martes, 19 de julio de 2011

Encuentro del espejo

Un día me encontré con tu espejo. Fue de casualidad, o casi. Podría haberte encontrado a vos, o a ambos. Pero no, me encontré con tu espejo. Me saludó amistosamente y le devolví gentilezas. Luego, nos perdimos de vista. Más tarde volvimos a cruzarnos. Me preguntó por mí, le pregunté por él. Así me enteré cosas del espejo. Quise preguntarle por vos, pero nos interrumpieron y se lo llevaron de mi lado. Ese día todos dudaron de si eras vos o el espejo. Yo no dudé.

Los espejos nos devuelven una imagen de nosotros mismos, que es similar a nosotros, no exacta. Está invertida, en dos dimensiones y sólo vemos una parte; otra queda oculta, como el lado oscuro de la luna. 
Alguna vez, fuimos transparencia (o por lo menos traslúcidos). Hoy no sé si es posible encontrarnos. Porque algún otro día, de casualidad, o casi, podemos llegar a cruzarnos. Pero ese día, me temo, podríamos llegar a producir el encuentro de dos espejos.

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