A una semana poco puedo decir. Puedo decir que fue un cimbronazo. Y que soy de reacción lenta, cosa que agradezco sobremanera, porque me permitió no hacer papelones. Todo parecía bien, hasta que llegué a mi casa y tuve ganas de llorar (algo lloré), no entendiendo muy bien por qué. No podría decir que pensé mucho, pero si que esos pensamientos tuvieron demasiada permanencia, casi aplastando cualquier otro tema. El domingo a la noche, no podía dormir.
Durante el resto de la semana, parecí lavarme de a poco, como si hubiera puesto el cerebro en remojo, y de a poco se fuera diluyendo un tinte de color. Ya hoy mi cabeza parece bastante pálida.
Un poco más de información pareció acercarme a vos, te vi auténtico, más que nunca. También me trajo reminiscencias del pasado (difíciles de recordar). Otro poco me generó demasiadas preguntas. Sobre todo siempre la misma pregunta cuando me pasa esto, que es si soy la única a la que le pasa. La otra pregunta claramente es "¿Qué es eso que me pasa?"
Como siempre tiene el nombre de "confusión", pareciera que no pudiera ser otra cosa que eso, que no pudiera desentrañar cuál es su esencia.
Sí puedo decir en concreto lo que pensé en ese momento delante tuyo, que hay algo en tu sonrisa, tu mirada y tu voz que todavía me cautiva.
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